miércoles, 3 de agosto de 2011

Cinc Sentits (2011)

traído desde Flickr


Para celebrar el aniversario de Nosfe decidimos darnos el lujo de irnos a cenar a un restaurante con estrella Michelín al que ya le teníamos echado el ojo. Como uno puede imaginar esto sale por un pico pero la verdad es que lo vale, tanto por la calidad de la comida, como, y sobre todo, por la fantástica atención que recibimos, con un personal de sala atento hasta el más mínimo de los detalles aunque sin agobiar en ningún momento, y más que amables, en ocasiones se mostraron hasta cariñosos con nosotros, claro que a lo mejor es que quedamos algo deslumbrados, ya que no estamos acostumbrados a esta clase de servicio. Un sitio estupendo y muy recomendable, aunque por una cuestión monetaria, lastimosamente limitada a ocasiones especiales.


La entrada del restaurante es sobria y discreta.

En el lado derecho se exponen los menús.

El menú Esencia se compone de 5 platos y postre que nos anunciaron como más contundente que el otro menú, llamado Sensaciones, de 8 platos, más refinado, con opciones más creativas y de raciones muy pequeñas. Los precios son sin Iva.

Estos son los dos maridajes de vino que se ofrecen con el menú largo de 8 platos, pero a los que no estamos acostumbrados, nos tira para atrás la presencia de los vinos dulces, entre los del aperitivo y los postres, eso además que no entendemos y no los sabemos apreciar, claro.

Centro de mesa discreto con una orquídea, buenos vasos y servilletas que cada vez que alguno de nosotros se levantaba, venía algún camarero y sin tocarla con las manos, sólo con ayuda de cubiertos, volvía a doblarla como estaban en este momento. Una exagerada atención que logró sorprendernos e incomodarnos, más que hacernos sentir bien atendidos.

Los snacks. Consistieron en unas almendras con especias, unos bastones de aceituna y unas olivas rellenas. Tras una apariencia sencilla y muy clásica, se mostraban algunos toques más atrevidos y hasta cierto punto sorprendentes. A mi me gustaron sobre todo los bastones de aceituna. Pedimos dos cervezas del Montseny artesanales y algo de agua para empezar.

El aperitivo de la casa es un chupito de jarabe de arce, nata y sabayón de cava con unas escamas de sal en el fondo. Un juego de texturas, sabores y temperaturas tal es difícil de imaginar en un recipiente tan pequeño.
Si queréis hacerlo en casa aquí tenéis esta receta y la de las almendras de antes:

Buen pan blanco servido con dos aceites virgen extra. El más verde es un Clos de la Torre del Empordà, de sabor muy intenso (para mi gusto tal vez un pelín demasiado) y afrutado, procedente de las variedades argudell, picual y frantoio. El más amarillo es el Oleum Flumes de Finca de Les Garrigues de las variedades arbequina y gorbal, muy aromático, y que nos encantó a todos.

También tenían un pan de olivas y nueces que no probé (por lo de las nueces), pero que tuvo gran aceptación. Durante toda la noche los camareros estuvieron muy atentos y en cuanto alguien se acababa su trozo de pan pasaban con la bandeja ofreciendo de las dos clases y preguntando si queríamos una rodaja del centro o de la punta, en este último caso haciendo las delicias de César.

Pedralonga. Curiosa etiqueta frontal sin ninguna información, ni siquiera el nombre del vino. La camarera nos informó que en cada cosecha va cambiando la imagen de la piedra que ponen. Por detrás sí se puede ver algo más. Se trata de un albariño de la D.O. Rias Baixas que cumplió con creces.

Mejillones en escabeche. Presentación del plato. Aquí tenemos los mejillones sobre una gelatina de agua de mar con una punta de espárrago encima.


Luego nos sirvieron la suave y aromática crema de espárragos que completaba el plato. Resultó estupendo el conjunto, destacando los mejillones agrandados por un escabeche intenso con algún destello que no llegamos a reconocer (tal vez mostaza).

Servida en una lata de conserva, sobre una base de estupenda y potente salsa romesco, seguían la cebolla y berenjena escalivadas, la sardina ahumada y, coronando el conjunto, el sorbete de pimiento escalivado. Un poco diluido el sabor de la sardina entre tan poderosos compañeros de viaje, pero bien.


Una vieira de buen tamaño a la plancha sobre puré de tupinambo (nyàmera en catalán) y salsa de cebolla asada. El tupinambo es un tubérculo cuyo sabor puede recordar a la alcachofa. Al principio, y supongo que por la novedad, me resultó de sabor algo extraño pero al final consiguió imponerse a la vieira. Muy bueno.

Arroz hecho con tripa de bacalao y guisantes (fantásticos), con trozos de bacalao y pimentón de la Vera, y suspendido por encima el crujiente de miel. Nos aconsejaron romper éste último en trocitos para tomar uno en cada bocado, y por suerte para mí, no era excesivamente dulce, combinando perfectamente con el punto picante del pimentón y  la untuosidad del arroz. Gran plato.


Habiéndose acabado el vino blanco pedimos una botella de tinto, decantándonos por el Xentia de la V.T Extremadura según el incuestionable argumento que nunca habíamos probado un vino de Extremadura. Resultó ser un vino potente y complejo, y que, dado que sólo nos quedaba un plato, nos costó algo de trabajo acabar.

Finísimas láminas de lomo de cerdo (¿eso era lomo de cerdo?) sobre ciruelas pasificadas, con cebolla lacada con naranja y clavo y coronadas por un nido de pasta kataifi con semillas o brotes de mostaza y algo más que no recuerdo. FANTÁSTICO. Tremenda la carne, en cocción, textura y sabor, y muy buenas las guarniciones buscando los contrastes.


La opción no carnívora fue el salmonete con limón caramelizado, y que acabaron sirviendo por encima el suquet de agua de rosas. No lo probé pero parece que también estaba muy bien.

El postre fue otro plato servido en dos tiempos, primero llegaron los trozos de fresón con pequeñas flores de merengue de agua de azahar y una quenelle de sorbete de fresones.

Y luego lo regaron con una sopa fría también de fresones, completando el trío de texturas del protagonista principal. No estaba nada mal aunque tal vez no llegase al nivel del resto de platos.

El azúcar para los cafés viene presentado de esta manera tan original, al menos para mi. En los extremos estaban el blanco y el moreno más clásicos, luego seguían los mismos en versión candi, sin refinar, y en el centro había uno con vainilla.

Curiosa la forma de la taza y del platillo del café. Aunque no da la impresión de gran estabilidad, no causó ningún problema, ¡a pesar de nuestras manazas!.

Desde arriba da una imagen algo más normal, y lo importante es que estaba bueno.

Petit fours. En la cuchara, el bombón de chocolate con menta, líquido en su interior, y por mi parte aplaudí que el gusto de la menta no fuese exagerado y no solapase al del chocolate. A la derecha se puede ver la gominola de lima. Bien.


Elegimos el menú más barato pero tras la suma de las bebidas y del Iva, y con algo de propina, acabamos pagando 80 euros por cabeza. Claro que un día es un día, y lo que es una verdadera pena es que no podamos hacer estas locuras más a menudo.

Cinc Sentits
http://cincsentits.com/es/
Aribau, 58
08011 Barcelona
933 23 94 90 (reserva más que necesaria)
Martes-Sábado 13:30-15:00 y 20:30-22:00

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