sábado, 29 de junio de 2013

Hotel W - Bravo 24 (Vespres Inedit's II)


 Tras la buena experiencia que había supuesto para nosotros el fin de semana anterior descubrir los Vespres Inedit (ver aquí) decidimos repetir, y en esta ocasión nos acercamos (o más bien nos alejamos ya que está en el final de la Barceloneta) al Hotel W más conocido como hotel Vela, una aberración de la ley de costas que nuestros políticos deberían explicar, y que seguramente harán cuando les importe lo que pensemos de ellos, que a este ritmo será aproximadamente cuando las ranas críen pelo.
 El hotel está lleno de turistas entre ricos y riquísimos (digo yo, dado que el precio de las habitaciones está entre los 245 euros por noche de la más barata y los más de 10.000 que cuesta pasar la noche en la suite más cara), así que el ambiente es super-fashion y parece que en cualquier momento puede aparecer Horatio Caine por ahí, ya que este hotel tiene la pinta como los que salen en CSI Miami.
 Con todo eso a cuestas, las piltrafillas que somos, cerramos la boca que entran moscas, y subimos hasta el entresuelo donde está ubicado el restaurante Bravo 24, tomamos asiento en una de las mesas de su fabulosa terraza, y al igual que un buen grupo de personas ya presentes allí, nos dispusimos a catar las tapas de autor del chef Carles Abellán.
 Decir que el servicio estuvo magnífico toda el rato, muy profesional y atento, sirviéndonos la cerveza en cuanto el nivel de las copas bajaban lo más mínimo, aunque también es cierto que me sorprendió la gran cantidad de camareros que había por allí, siendo un sábado por la tarde, debe ser que sus clientes VIP van con otro horario diferente al mío. Decir que al poco de sentarnos nos sirvieron la cerveza en su cubitera y pocos minutos después ya teníamos las tapas en la mesa.

 Las croquetas de pollo rustido son simplemente excepcionales, de buen tamaño, prácticamente todo es carne y la bechamel tiene una presencia testimonial y únicamente para dar algo de cohesión al conjunto, al igual que el crujiente rebozado sirve como sabroso continente del estupendo pollo rustido.
 

 La ensaladilla rusa con cangrejo real sigue en la misma línea de calidad máxima que las croquetas, con los ingredientes picados muy finos, pero de muy buen sabor al igual que la mayonesa, con hilos de carne de cangrejo, pero de cangrejo de verdad, y para que lo veas claro te ponen una pinza troceada rematando el conjunto. Otra muy buena tapa y en cantidad contundente.

 Y por último las patatas bravas, al que ellos anteponen un, más que posesivo, calificativo "nuestras", que ya avisa que no serán unas bravas normales. En efecto, las patatas vienen cortadas en gajos y con su piel, cubriendo toda la vuelta del plato y en el centro una picantita y sabrosa salsa de tomate no deja ver la clásica mayonesa que hay en el fondo. Otro muy buen plato.

 En definitiva, una propuesta acorde con el nivel del hotel, y supongo que también del restaurante, del que no tengo muchas noticias, tres tapas clásicas pero excelentemente ejecutadas y pasadas por el tamiz de la alta cocina, para que los guiris ricos, clientes del hotel, puedan descubrir la gastronomía local pero con nivel, no sea que vayan a ir a La Cova Fumada y salgan huyendo por sus pintas antes de probar la comida. Por eso mismo también quiero destacar el tamaño de las tapas que comimos, absolutamente alejadas de lo que uno puede esperar de este tipo de sitios, y es que si no eres de mucho comer casi se puede cenar con estas tres tapas.




viernes, 21 de junio de 2013

Iki Barcelona (2013)


 En una conocida web de reservas organizaron en Madrid y Barcelona la Japan Restaurant Week, con la ayuda de los expertos en esto de comida nipona de ComerJaponés, y para allí que nos fuimos. Siguiendo nuestro habitual criterio de aprovechar estas promociones para conocer nuevos sitios, más que para volver a restaurantes en los que ya hemos estado, y tras repasar la quincena de posibilidades y sus menús, nos decantamos por este relativamente nuevo restaurante de la calle Aribau, ya cerca de la Diagonal.
 Aunque no soy muy de fijarme en esas cosas, debo decir que me gustó el local y su decoración, con un pasillo bastante largo y bien aprovechado que desemboca en un salón algo más amplio. Atención especial merecen las lámparas que iluminan las mesas (y poco más), todas similares pero diferentes, algo que ya habíamos visto en otro estilo en el Tempura-Ya.


 Como íbamos a tiro hecho y el menú ya estaba fijado, sólo tuvimos que elegir la bebida, que fueron una cerveza con limón y tres cervezas japonesas Asahi, aunque luego cayó una cuarta,. La mesa estaba puesta con sencillez y nos gustaron las piedras que utilizan para dejar reposar los palillos cuando no se utilizan, todas diferentes.

 Como aperitivos trajeron una gominola de atún con manzana y un mini tartar de vieira con mango y lima. La llamada gominola no era más que un taco de atún crudo o como mucho marinado en soja y parcialmente rebozado con sésamo, servido en una cucharilla y que nos gustó bastante, lo mismo que el mini tartar de vieira, presentado sobre la mitad de una lima, fresco y ácido.

 Seguimos con el tataki de atún con ajos confitados y alcaparras, otro muy buen plato, en el que los trozos de atún apenas cocinados en su parte externa, venían cubiertos por los ajos, las alcaparras y una salsa de lo más sabrosa, y eso que lo dice alguien al que le gusta el tataki en su versión más simple posible, desnudo de todo acompañamiento, pero es que este vestido le sentaba de maravilla. Curiosamente el plato venía con una rebanada de pan nada japonés para rebañar la citada salsa.

 Luego llegó una ración algo justa de los sempiternos fideos yakisoba servida en un plato enorme, donde acompañando a los fideos teníamos carne, verduras, langostino y calamar, y en la fue de agradecer que no abusaran de la dulzona salsa que suele acaparar gustativamente este plato en otros restaurantes. Buenos aunque algo escasos.

 Para continuar nos trajeron un surtido de sushi, dispuesto sobre las ya típicas tablas a tal efecto, en el que había un niguiri de pescado blanco y otro de salmón, dos makis de atún con cebolleta y otras dos piezas de lo que llaman "Fring fish uramaki", un makisushi con el arroz por fuera, con dorada crujiente y aguacate en su interior, y atún soasado, cebolleta frita y salsa tártara en el exterior, muy ricos.

 Para finalizar la parte salada del menú y servido al mismo tiempo que el sushi nos trajeron un tazón de sopa de miso con tofu y alga wakame, servido a la japonesa, es decir sin cuchara, ya que se espera que el líquido sea sorbido directamente del tazón y se puede ayudar uno de los palillos para disponer de los componentes sólidos. Como casi siempre se mostró sabroso y reconstituyente.

 Como postres el menú incluía un tartar de fresas maceradas en té verde con helado de jengibre, del que me gustaron mucho las fresas, muy logradas, y el jengibre siempre es un sabor complicado, no apto para todos los públicos.

 El menú de la Japan Restaurant Week costaba 25 euros más IVA, y como a eso únicamente añadimos las cinco cervezas ya mencionadas, la suma ascendió a poco más de 30 euros por cabeza. La verdad es que el sitio nos gustó bastante, y la comida estaba realmente buena aunque tampoco se puede decir que fuese muy abundante, ya que las raciones eran algo justas, o tal vez, lo más seguro, es que nosotros seamos unos tragaldabas difíciles de saciar.




Iki Barcelona
http://www.ikibarcelona.com
C/ Aribau, 174
08036 Barcelona
93 676 34 07
Cerrado los Domingos por la noche y los Lunes

Hotel América Barcelona (Vespres Inedit's)

 

 Por segundo año se celebran en Barcelona los Vespres Inedit's, donde una quincena de hoteles de nuestra ciudad, y bajo el patrocinio de la cerveza premium (si existen ginebras premium, ¡porque no puede haber también cervezas!, digo yo) de Damm abren sus terrazas desde el 13 de Juio hasta el 14 de Julio al más comun de los mortales (eso sí, que disponga de 20 euros para dilapidar).
 La idea es que en las terrazas de esos hoteles, y por los mencionados y míseros 20 euros por pareja, podrás disfrutar de una botella de 75 cl de la cerveza patrocinadora y de tres tapas alegremente definidas como "de autor", que dependerán de cada hotel y de su, a veces hasta reputado, chef.
 Como teníamos reserva para cenar en un cercano restaurante japonés, decidimos acudir al Hotel América Barcelona para descubrir su propuesta y ver nuestra ciudad desde las alturas, ya que su terraza con piscina está ubicada en la planta más alta, algo así como un séptimo piso. Allí nos acomodamos en unos amplios y mullidos sofás a esperar nuestras consumiciones, mezclandonos con los clientes del hotel, extranjeros, con posibles y reconocibles por los mojitos de los que disfrutaban .


 Como éramos cuatro nos trajeron dos botellas de cerveza en sendas cubiteras con hielo, y ya habíamos dado buena cuenta de una de ellas cuando llegaron las tapas, que se hicieron esperar los suyo.

 Empezamos con las tostaditas de atún marinada a la soja sobre lecho de aguacate y vinagreta de wasabi. La verdad es que al releer el folleto para escribir esta entrada me entero de que llevaba wasabi, ya que, ni en la foto ni en mi recuerdo gustativo, aparecen ni por asomo. De todas maneras, y teniendo en cuenta de que no soy especialmente amigo del aguacate, he de decir que nos gustaron mucho, ya que el atún potenciado por la soja conseguía imponerse y triunfar definitivamente.

 Luego probamos las gambas en crujiente de patata, que no eran más que unas gambas envueltas en una especie de hilo de patata y fritas. Les acompañaban unas chips de diferentes colores y diría que también de diferentes productos: patata, yuca, ¿calabaza?...Casi me gustaron más las chips que las gambas, que no estaban mal, pero poco más.

 Por último nos comimos los pomposamente llamados milhojas de alcachofas y foie, más que nada porque como se puede observar en la foto en lugar de mil, tenía únicamente dos hojas, tres si contamos el medio tomate cherry que coronaba el montadito. Una vez criticado el nombre, paso a alabar el objeto nombrado, ya que el grueso taco de foie era estupendo, de sabor profundo, y tanto la alcachofa en conserva como el tomate le aportaban un justo punto de jugosidad que requería. Muy bueno.

lunes, 3 de junio de 2013

Llamber (2013)



 Tras leer en multitud de webs y blogs las maravillas de este restaurante del Borne decidimos acudir allí para celebrar un cumpleaños. Se les supone raíces asturianas y algo de eso se traslada a la cocina. Por otro lado destacar una abundante oferta de vinos a copas, muy interesante.
 En la entrada está la barra y enfrente una zona de mesas altas y taburetes, y en la parte del fondo están las mesas de altura normal, de las que me sorprendió su considerable tamaño, un lujo ya casi olvidado por estos lares de mesas minúsculas en las que hay que ser un genio del tetris para encajar dos platos, dos vasos y una botella sin que se caiga nada; como digo, aquí no es así, o la menos a nosotros nos tocó una mesa amplia, de sólida madera y sencillamente pertrechada.

 La carta está dividida entre el apartado de pica-pica y el de platinos, y ya nos avisaron que están hechos con la idea de que sean para compartir, a lo que aún ayuda más la existencia de medias raciones en algunas de las propuestas. Para poder probar más cosas hicimos uso de esa posibilidad y empezamos con media tabla de quesos, compuesta por tres quesos catalanes (en la parte izquierda de la foto y de arriba a abajo uno de oveja, uno de cabra y uno azul de oveja) de los que no nos dijeron los nombres, y otros tres quesos asturianos (uno de vaca, un poco de Cabrales y uno muy fuerte, de hecho extremadamente fuerte, que está en la esquina inferior derecha de la foto), de estos nos presentaron el Cabrales y el extrafuerte pero de este último no recuerdo el nombre, poca cabeza que tiene uno. Nos gustaron todos bastante y dada la variedad, había para todos los gustos, aunque el nuestro es sencillo porque ¡nos gustan todos los quesos!

 Seguimos con media ración de patatinas al cabrales con praliné de avellanas, que ya habíamos probado en la 6ª edición de la ruta de tapas de Barcelona (que podéis ver aquí). Son unas pequeñas patatas confitadas, muy tiernas, coronadas con una suave crema de avellanas y el citado queso asturiano. Volvieron a convencernos como en la primera ocasión que las probamos.

 Como último entrante pedimos la fondue de parmesano, con trigueros y langostinos, en la que éstos venían ensartados en sendas brochetas y acompañados por un bol con la cremosa salsa, de la que nos explicaron que llevaba además del queso pero mi memoria vuelve a dejarme en evidencia (¡lo siento!), en todo caso estaba buenísima y cuando se acabaron las brochetas seguimos apurándola con el pan.
 De hecho, ahora compruebo que en todos los entrantes que tomamos el queso era ingrediente principal o incluso único, lo que podría parecer algo monótono pero en aquel momento no nos lo pareció en absoluto.

 Como platos principales nos decantamos primero  por el bonito asado con manzana, compota de cebolla y eucaliptus, donde en una pizarra se alternaban los trozos soasados del precioso pescado y los bastoncillos de manzana, y sobre éstos la compota. Buen plato.

 Y por último tomamos la morcilla de Burgos con chipirones, mermelada de cebolla y germinados, donde un buen trozo de morcilla cortada por la mitad longitudinalmente servía de base a buenos pedazos de chipirón pasados por la plancha, sólo separados por el dulce de cebolla y se completaba el conjunto con los brotes germinados. La morcilla era sencillamente espectacular, con su adecuado punto de picante, y combinaba estupendamente con los chipirones. Se puede venir a este restaurante solo a comer este extraordinario plato.

 No tomamos postres porque estábamos ya muy hartos y pasamos directamente a los cafés. Para beber tomamos una botella de agua e hicimos uso de su amplia oferta de vino a copas y tomamos cuatro blancos diferentes, cuyos nombres aparecen reflejados en la cuenta, y que cumplieron sobradamente su función.
 Otro detalle que mencionar fue el pan, pues lo servían en unas cestas con tres panecillos, dos normales y uno de semillas, sólo si lo pedías y a 2,50 euros la cesta. Estaba realmente rico pero no sé si vale la pena destacarlo a esos precios, ¿donde se fueron aquellos tiempos en que el pan iba incluido en el servicio?
 De todas manera nos gustó mucho el sitio y la comida, y aunque no es especialmente económico nos pareció de lo más recomendable. El ambiente estaba repleto de guiris con posibles que abarrotaban el local en grupos bastante numerosos, pero al menos soportablemente ruidosos.


Llamber
http://llamberbarcelona.com/
C/ Fusina, 5
08003 Barcelona
933 196 250 (mejor reservar)
todos los días de 13,00 a 23,30 h