viernes, 13 de noviembre de 2015

El Cercle (2015)


  Nos enteramos de que se celebraba una nueva edición de lo que ahora se llama "Restaurant Lover Week", aunque a lo largo de los años ha tenido diversas denominaciones, a las que nos hemos apuntado más o menos asiduamente desde sus inicios, experiencias las nuestras que encontraréis agrupadas en este blog bajo la etiqueta oportunity week, debido a que es así es como se llamó al principio y no he tenido ni las ganas ni el interés de crear una nueva etiqueta ni de modificar la vieja.
 Tras hacer la pertinente criba de las diferentes opciones que ofrecía la web de "Atrapalo", medio que organiza estas iniciativas desde hace algún tiempo, decidimos acercarnos a conocer las bondades del restaurante El Cercle, situado en la primera planta de un regio palacete enfrente del colegio de arquitectos, al lado de la plaza de la Catedral, en la calle que lleva hasta el Portal del Ángel, y sobre el que tiene una magnífica y concurrida terraza.
 Las bondades de este restaurante a las que me he referido antes, las había leído en variadas críticas y reseñas de diversos blogs a los que sigo (podéis ver lo que opinaban los que sí entienden de esto aquí, aquí y aquí), aunque los halagos se habían centrado principalmente en la figura de Albert Ventura, el chef que inició el proyecto, aunque ya lo ha abandonado y ha vuelto a su alabado Coure del pasaje Marimón. Aun así nos gustó el menú que proponían y nos apetecía mucho descubrir este privilegiado espacio del centro de la ciudad, así que allí que fuimos tras la obligada reserva en la mencionada web. Como casi siempre en este tipo de iniciativas se trataba de un menú al precio cerrado de 24 € más IVA, y que en este caso incluía una bebida por persona y el café, algo que ayudó a decantarnos por esta opción.

 Al llegar nos acomodaron en la sala central del restaurante, de techos muy altos y decorada con estatuas en sus esquinas, casi vetusta. Como ya he mencionado hay una terraza al aire libre que da a la que dicen que es la calle con los alquileres más caros de la ciudad y otra sala lateral donde también está ubicada la barra japonesa, que seguro que culinariamente tiene su sentido pero diría que a la vista es cuando menos chocante. Como no podía ser de otra forma en este lugar la mesa estaba pertrechada clásicamente, con mantel de tela "comme il faut" que en estos tiempos que corren casi se empiezan a echar en falta.

 Como es habitual en mí en estas ocasiones, me gusta ver y probar el máximo de elaboraciones posibles, por lo que espero a ver que eligen mis compañeros de mesa y si dejan de pedir algún plato lo hago yo, aunque no sea algo por lo que optase de primeras. En este caso mi elección por descarte (de los demás, claro) fue la ensalada de pimientos asados con ventresca de bonito y judías del "ganxet", servida en un plato que parecía ser de la vajilla "buena" de mi abuela, de porcelana blanca decorada con flores, con su toque retro, vintage o viejuno, según se prefiera. Por lo que respecta al contenido, que es lo que más me interesa, una buena combinación de tres magníficos ingredientes, un pimiento asado sabrosísimo, una delicada ventresca y unas mantecosas judías que me hicieron olvidar mi leve decepción inicial al ver que mi ensalada no llevaba lechuga ni nada que se le pareciese, clásico (¡y hasta paleto!) que es uno.

 Mi pareja se decantó por la rillette de caballa escabechada con tostaditas, que hubiese sido mi elección "de primeras" ya que le tenía ganas a este tipo de elaboración que aún no había catado. Se trataba de una especie de paté de las ya mencionadas caballas poco texturizado que me gustó mucho, tanto como para comérmelo a cucharadas, claro que a mi casi cualquier escabeche me tiene vencido sin bajar del autocar. Las anunciadas tostaditas venían acompañadas de una mantequilla de hierbas y un pequeño bouquet de ensalada (¡ahora sí que de lechuga!) que completaban correctamente el plato.

 Nuestros otros dos amigos y compañeros de mesa ya venían con la idea de hundir la cuchara en los garbanzos estofados al estilo tradicional, y no quedaron defraudados puesto que eso fue exactamente lo que se encontraron en su plato, un estofado de garbanzos muy tradicional. Aunque tal vez hasta demasiado, ya que cuando uno viene a estos restaurantes de postín siempre se espera alguna modernización del plato clásico, sino en su sabor sí en su presentación y en este caso no fue así, ya que perfectamente podían haber sido los garbanzos de alguna de nuestras madres o abuelas, con lo bueno y lo malo que ello comporta.

 Había cuatro opciones para el segundo plato, y un poco por elección y otro poco por mi manía de probarlo todo acabamos pidiendo los cuatro. La merluza de anzuelo a la Santurce fue la elección de mi pareja y cumplió con nota. Un buen trozo de merluza con sus patatas y su refrito con ajo y guindilla, sin que ésta se adueñase del protagonismo, sólo aportando un punto de picante, servida en la ya conocida vajilla retro.

 En un plato alargado venía el pulpo de roca con "trinxat" y mojo picón que suponía dar otra vuelta de tuerca al clásico pulpo gallego, con el trinxat haciendo de cachelos y el mojo picón sustituyendo al pimentón. Estaba muy bueno pero la ración era algo escasa y se hubiera apreciado algo más de generosidad con las cantidades.

 Mi elección fue este canónico y poco fotogénico fricandó con parmentier y setas de carrerilla (más conocidas como moixernons en catalán), en otro guiso tradicional muy bien ejecutado y servido en otra vajilla historiada.

 Y por último tenemos el steak tartar de ternera con tostaditas y patatas Pont Neuf. No conocía estas patatas y resultaron ser unas patatas fritas pero de un grosor considerablemente mayor que el habitual, que acompañaban a un buen steak tartar, aunque no soy un gran amante de este plato, junto a las tostaditas y una mantequilla tuneada aunque no recuerdo con qué.

 En los postres teníamos tres posibles opciones, y yo me quedé con la crema catalana, clásico que es uno, que cumplió su cometido más que correctamente.

 Otra opción era el pastel de limón y merengue, con una base tipo galleta, de textura y de tamaño, ya que no era demasiado grande. La probé y me gustó.

 Por último teníamos otro postre de toda la vida como era esta macedonia de frutas, con manzana y abundantes frutos rojos.

 Para acabar pedimos los cafés, que venían incluidos en el precio, y nos sorprendieron con unos petits fours para acompañarlos, algo de agradecer. Era una trufa y una especie de galleta de las que no recuerdo gran cosa más.

 Para beber tomamos una cerveza y unas copas de vino de las que sólo puedo añadir que creo que era blanco, sin más datos, y una botella de agua, de las que nos cobraron una porque uno de nosotros repitió, ya que también estaban incluidas en el menú a precio cerrado. Con todo nos quedó una cuenta justo por encima de los 27 euros por persona, que no nos pareció nada cara aunque supongo que si vas a la carta el monto de ésta se disparará algo (o bastante) más.
 Para nosotros este tipo de iniciativa siempre supone una oportunidad de descubrir nuevos sitios a un precio, si no bajo al menos contenido, sobre todo aquellos que por caché se escapan de nuestro nivel, especialmente el presupuestario.


El Cercle
http://www.elcerclerestaurant.com/
C/ dels Arcs 5, 1ª planta
08002 Barcelona
93 624 48 10 (aunque es bastante grande supongo que es mejor reservar)

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