viernes, 22 de enero de 2016

Verne (2016)


 Habíamos pasado por delante alguna vez y nos había llamado la atención su impactante diseño por lo que decidimos darle una oportunidad a este restaurante decorado para que te sientas dentro del Nautilus, y para muestra de esto que digo, y sin que sirva de precedente, unas cuantas fotos del local.
 Esta es la entrada, con la barra y unas escaleras que llevan a la zona de mesas.

 Lo que sería el "reverse angle" de la foto anterior y que era la imagen que teníamos desde nuestra mesa.

 El local es de esos tan típicos del Eixample con forma de U, y en lo que sería el lado contrario del que estábamos nosotros se encuentra el elemento más impactante de la decoración.

 Y al fondo del local hay una pequeña sala que diría que hace las veces de coctelería con lámparas en forma de medusas y que cambian de color.

 Además había podido comprobar en internet que disponían de un par de menús de lo más económico para poder descubrir su cocina sin desagradables sorpresas de tipo monetario. Como éramos tres comensales y los menús están planteados para dos personas (o múltiplos de dos), decidimos optar, tras la oportuna sugerencia de nuestra camarera, por el menú Nautilus de 20 euros y añadirle un par de platos de la carta que nos llamaron la atención.

 Empezamos con la fondue de queso gouda y chips vegetales, con un enorme (tal vez demasiado) bol de chips variadas entre las que diría que había zanahoria, remolacha y yuca (y/o patata), acompañadas de otro bol bastante más pequeño de queso fundido en el que las podías mojar (aunque diría que a esto ahora se le llama "dipear"). No estuvo nada mal a modo de aperitivo para sustituir a unas clásicas patatas fritas, aunque la verdad es que al final se hicieron un poco cansinas y no llegamos a terminarlas, pero es que había mucha cantidad.

 Seguimos con un clásico del tapeo como son las patatas bravas, presentadas de una forma original, en una huevera de cartón de las de toda la vida, en la que tres de los huecos inicialmente destinados a los huevos servían de continente de las distintas salsas, una brava no muy brava, un buen romesco y un suave alioli. No estuvieron nada mal salvo por la falta de contundencia de las salsas, pero supongo que es lo que tiene el querer agradar a todo el mundo.
 Otro tema que nos planteamos allí en ese mismo momento es la idoneidad de este tipo de "vajilla" y si es del todo correcto desde un punto de vista sanitario, ya que la única forma de garantizar algo la higiene, y ya no digo la esterilidad porque me parece imposible, es usar una huevera nueva para cada nueva ración que se sirva; y con nueva me refiero a que no haya usada ni para contener huevos porque sólo el contacto con la cáscara de éstos sería más que cuestionable.

 Seguimos con unas muy buenas croquetas con mayonesa de wasabi. Como ya he dicho las croquetas estaban tremendas, muy sabrosas, todo carne y no el pegote de bechamel que dan en algunos sitios, en cambio la mayonesa de wasabi era del todo irrelevante salvo por la nota de color que aportaba.

 El primer plato que pedimos además de nuestro menú fue esta brandada de bacalao con crujiente de morcilla que formaba parte del otro menú llamado Nemo y que nos gustó en cuanto lo leímos. La brandada, suave, cremosa y con sabor a bacalao como debería ser siempre, venía como relleno de unos anchos tubos de pasta coronados con unas finas láminas de morcilla que no llegaban a estar crujientes del todo, no sé si por falta de tiempo de secado o porque habían cogido humedad luego, pero desgraciadamente fueron lo peor del plato. 

 El segundo plato adicional fue el tataki de atún con salsa mediterránea, tomatitos y olivas negras, en una combinación no por conocida menos resultona, con un buen producto.

 Volvimos a la senda del menú Nautilus con este pulpo braseado con parmentier de patata y aceite de pimentón para recrear el clásico de la cocina gallega. Nos dijeron que revolviéramos el conjunto para mezclar bien todos los ingredientes antes de hincarle el diente y así lo hicimos, con gran satisfacción por nuestra parte. 

 La última entrega salda del menú fue la espalda de cordero con patata ratte al tomillo. La carne venía deshuesada y desmenuzada, presentada ya preparada para atacar con los tenedores a una tierna y gustosa especie de hamburguesa de buen cordero. Las patatas ratte son una variedad de ese tubérculo muy apreciada en Francia, pero que en ese momento ya se hicieron pesadas puesto que en cuatro de los cinco platos del menú (todos menos las croquetas) estaba presente la patata de alguna manera. Entiendo que es una buena y barata manera de saciar al personal en un menú de corte económico, pero a estas alturas creo que ya no era necesario y se hubiera agradecido otro tipo de guarnición.

 El postre era una espuma de crema catalana con frutos rojos que nos defraudó un poco sobre todo porque fue poco espuma, ya que se encontraba en estado casi completamente líquido, que no sé si fue debido a un defecto de elaboración o porque se demoraron en demasía en servirla y se les "bajó".

 Para beber nos tomamos unas cervezas, una coke y un agua, de las que nos descontaron un par de ellas por estar incluidas en el menú, y para acabar tomamos los consabidos cafés, para conformar una cuenta final por debajo de los 24 euros por persona, un precio de lo más contenido para estar en el Eixample de Barcelona y más si tenemos en cuenta que deben amortizar lo que se han gastado en decorar el local. En resumen se trata de un local de tapas y platillos modernillo donde no se come nada mal y a buen precio, pero donde lo que prima es el aspecto visual y que puede ser divertido sobre todo la primera vez o si se va en grupo, pero que supongo que se puede hacer pesado con la reiteración.


Verne
http://www.vernebarcelona.com/
Aribau 150
08036 Barcelona
637 116 723 (es bastante grande y no parece necesario reservar si no es para un grupo grande)